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Decálogo para entender los incendios en Canarias

Opiniones

Con intención de alejarme de la caza de brujas, o de la demagogia que solo busca cabezas culpables, quisiera aportar algunas reflexiones en formato de Decálogo, asumiendo las restricciones que impone dicho formato, intentando aproximarnos a las causas estructurales, aún pendiente de mejor elaboración y sistematización.

Decálogo para entender los incendios en Canarias

Esta vez será la lluvia solidaria quien apague el fuego.

1.-El coste de la ignorancia

Los incendios los están provocando “personas”, no son producidos por un rayo o algún evento natural… Nuestro primer problema objetivo, no lo tenemos con los árboles o las plantas lo tenemos con las personas. ¿Cuánto nos cuesta la ignorancia, ¿cuánto estamos dispuestos a pagar para erradicar la ignorancia?

2.- El abandono del campo y sus gentes

Los últimos incendios se nacen y se crecen en núcleos rurales, fincas abandonadas o semi abandonadas. Como pueblo, como civilización Insular estamos perdiendo el campo, ya hace tiempo que se abandonó a su suerte el sector primario, dejando de ser un vector económico y una fuente de riqueza social y cultural en Canarias. Necesitamos estómagos que apaguen fuego de los campos, con una estrategia de soberanía alimentaria. Hoy comer queso de “Juncalillo” o papas de Valleseco, las almendras del país y su “bienmesabe” o reivindicar una cesta de la compra con productos de la tierra canaria, desde el potaje solidario en cada hogar hasta los productos que comerciemos con igualdad de oportunidades con otros pueblos, sin duda, será una forma de evitar los incendios.

"Cuando dejes de oír el canto de la rana, levántate temprano coge pico y pala, cava una zanja pues el fuego te quemará la casa y la cama"

3.- El canto de la rana y las especies invasoras

Los barranquillos han perdido sus últimos charcos, ya casi ni se oye el canto de nuestras ranas autóctonas, los cañaverales se han convertido en secarrales, ya la hoja temprana de la caña solo es carrizo, antorcha, que prende y hace llama. Cuenta un dicho popular que cuando dejes de oír el canto de la rana, levántate temprano coge pico y pala, cava una zanja pues el fuego te quemará la casa y la cama. La caña común junto con otras tantas especies invasoras son mechas que dan continuidad térmica a los agroincendios.

4.- El campo que se deshidrata. Recuperación de los acuíferos.

Llevamos 500 años desangrando los acuíferos de nuestras cumbres, miles de pozos y galerías se llevan el agua para (economía) de la costa. Sorprende que Canarias siga siendo el único lugar de la Unión Europea donde el agua sigue siendo un bien privado. Los matorrales, verde paisaje en invierno no enraízan ni maduran ni evolucionan a ecosistemas estables porque los acuíferos están sobreexplotados. A esto se suma el entubamiento de los barrancos, se resecan las barreras verdes con sus charcones de fondo de cauce como cortafuegos naturales, se convierten ahora en la principal mecha incendiaria. Los viejos pinos endémicos canarios que hunden sus raíces hasta encontrar agua ahora... “ya no pueden” y solo beben agua en invierno, en verano, siendo de hoja perenne, casi se secan, miles de hojarascas se caen como mecanismo de supervivencia. Con niveles altos en los acuíferos en nuestros campos, la resistencia de sus árboles ante las olas de calor es bien distintas y el número de hojarasca se reduce de forma drástica. Más que recoger pinocha hay que intentar que se produzca lo menos posible, eso se hace restaurando la deuda hídrica que durante siglos le hemos robado al campo. En los próximos años el agua de las depuradoras que vierten gratis al mar deberían corren libres por los barrancos desde una cota superior a mil quinientos metros en Gran Canaria.

5.- La pérdida de cubierta edafológica. Cada vez Canarias pierde más suelo, suelo fértil, donde la vida se deja de ser un proyecto posible.

La tasa de erosión es brutal en todo el Archipiélago Canario, del paraíso en biodiversidad caminamos a gran velocidad para convertirnos en acantilados y páramos desérticos.

La cabra puede ser nuestro bombero que evita incendio con su pastoreo, nuestras mascotas detectoras tempranos del humo, nuestras hierbas medicinales quien nos sane el cuerpo y la mente.

6.- Marco normativo con el falso mito de conservación como reservorio para futuros negocios, imponiendo restricciones arbitrarias y sin sentido que bloquean y condenan al empobrecimiento de las poblaciones locales, haciendo inviable cualquier estrategia de empoderamiento y desarrollo endógeno sostenible. Necesitamos un marco de convivencia normativo que proteja y tolere la memoria histórica colectiva del buen vivir, con cultura de paz y tolerancia con las personas, la tierra y resto de seres vivos, que fomente nuestra empatía por todas las formas vivas que nos acompañan. La cabra puede ser nuestro bombero que evita incendio con su pastoreo, nuestras mascotas detectoras tempranos del humo, nuestras hierbas medicinales quien nos sane el cuerpo y la mente.

7.-La emergencia climática como estrategia

Los incendios agroforestales se alientan y se crecen con eventos climáticos extremos que cada vez serán más frecuentes y más intensos. Del factor CLIMAC/R30 (30% de humedad relativa/temperaturas de 30º y vientos de más de 30 km por hora), hemos pasado, en los últimos años, no solo ha aumentado

su frecuencia sino también de su intensidad, cada vez nos aproximamos a un factor CLIMAC/40.

Los protocolos, los marcos legislativos preventivos, la cultura, la educación y el conjunto la actividad económica no solo han de mitigar las causas, sino que tendrán que adaptarse a escenarios climáticos extremos y que han venido para quedarse.

Necesitamos reencontrarnos como pueblo con nuestro territorio como espacio sagrado, como cuerpo común de convivencia y tolerancia compartida

8.-Violación y muerte del imaginario colectivo, donde “lo rural” se extingue. Nuestros atributos publicitarios son el sol, cuanto más sol, mejor, la persecución encubierta a la identidad colectiva sobre nuestro patrimonio inmaterial golpea con rotundidad sobre la autoestima colectiva como pueblo y como cultura. La escuela, fuente básica de la reproducción cultural identitaria, con altísimas tasas de fracaso escolar, segrega con fuerza cualquier arrebato de búsqueda de contenidos curriculares propios. Necesitamos un agro curricular como parte imprescindible en nuestro “modo vivendi”, para amar y sobrevivir aquí y ahora.

9.-La persecución e invisibilidad de la mujer rural y su cultura como fuente generosa y altruista de los cuidados básicos de la tierra y sus ecosistemas, así como espacios sociales colectivos de convivencia, forzando a la doble explotación como camareras de piso y trabajo doméstico, privándoles del derecho a los tiempos y los espacios vitales propios donde puedan compartir sus saberes y sus amores con la tierra, sus hijos y con sus seres queridos.

10.- Modelo de monocultivo, al servicio de los grandes mercados internacionales. Ante un Océano de incertidumbre, a Canarias y los canarios se le impone un Archipiélago de certezas que nos condena a un modelo de sobreexplotación de los recursos, con altas tasas de densidad de población y aprovechamiento extremo del territorio.

Ante todo, ello, necesitamos reencontrarnos como pueblo con nuestro territorio como espacio sagrado, como cuerpo común de convivencia y tolerancia compartida.

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