Eloy Cuadra
Al leer el título algunos estarán tentados a tildarme de nacionalista, xenófobo y cosas peores, nada más lejos de la realidad, empezando porque no nací en Canarias ni tengo conexión alguna con partidos como Coalición Canaria o similares, y continuando porque he dedicado buena parte de mi vida a trabajar por los derechos humanos de las personas que peor están, sin mirar nacionalidad, procedencia, color de piel o clase social. Se trata una vez más simplemente de sentido común y de amor por una tierra y un pueblo. Aunque no es políticamente correcto, alguien lo tiene que decir.
Y empezamos con algunos datos para ponernos en situación. Con la densidad poblacional por ejemplo, en España son 85 hab/km2 si no me equivoco según he visto por ahí, en Canarias son 301 hab/km2, y en islas como Tenerife la densidad poblacional se va hasta 456,54 hab/km2. Soportamos pues una densidad poblacional muy alta que además es engañosa, dado que casi el 40% del territorio insular (el 48% en Tenerife) son espacios naturales protegidos, lo que lleva a la población a concentrarse mucho más en determinados núcleos urbanos, suponiendo una densidad aún mayor. En resumidas cuentas, salvo excepciones de algunas islas, en Canarias hay ya mucha gente y mucho ladrillo. Frente a esta realidad desbordante, nos encontramos con otra que nos dice que Canarias está reconocida internacionalmente como Punto Caliente de la Biodiversidad Mundial, con más de 17.000 especies terrestres y marinas, con 3.600 endemismos y unas cuantas especies amenazadas, lo que supone colocar al Archipiélago entre las 15 regiones bioclimáticas más ricas en biodiversidad del planeta. Conclusión número dos: tenemos una responsabilidad con nuestro entorno natural necesitado de protección.
En este punto alguien dirá, "bueno, ya habrá alguien haciendo algo". Pero lo cierto es que no, no hay nadie haciendo nada, no al menos desde los gobiernos, que son al fin y al cabo los que tienen las herramientas. Por contra, lo que vemos son estudios y proyecciones que apuntan a que la tendencia de crecimiento descontrolado continuará en las próximas décadas. Así, leído en un diario digital recientemente (Eldiario.es del 19 de agosto 2021): “A principios de siglo, según el Instituto Canario de Estadística (ISTAC), residían en las Islas 1.716.276 personas. En 2020, año hasta el que hay datos disponibles, la cifra había aumentado en 459.676, alcanzando los 2.175.952 habitantes. Esto supone un incremento del 26,78% en el transcurso de las dos últimas décadas; un crecimiento demográfico que supera en casi 10 puntos a la media del conjunto del Estado”. Lo curioso es que este crecimiento poblacional tan alto se ha producido con un crecimiento vegetativo negativo o próximo a cero mantenidos, esto es, en Canarias hace ya tiempo que hay más defunciones que nacimientos al año. El crecimiento viene por tanto dado por la llegada masiva de gente de fuera, ya sean europeos, peninsulares o extracomunitarios, algo que el mencionado artículo apunta a que seguirá al alza, cuando leemos lo siguiente: “en 2033 el archipiélago cuente ya con 2.493.956 habitantes. Para ese entonces, la población extranjera ascendería a 648.280 personas, hasta suponer el 26 % del total de la población”. Y esto es la población extranjera, no contamos a la población peninsular que llega anualmente desde otras comunidades autónomas para trabajar aquí.
Cabría ahora preguntarnos por qué ha sucedido esto. En efecto, turismo barato y masivo, la gallina de los huevos de oro, dinero entrando a chorros por Canarias, aunque la mayoría de este dinero ha sido siempre de ida y vuelta, pero la cosa parecía funcionar, con una falsa sensación de prosperidad, ¿para qué cambiar de fórmula? Y se apostó decididamente por la construcción desaforada, una fiscalidad muy baja para las empresas, la liberalización del empleo con la subsiguiente desprotección del trabajador, sin control alguno sobre la economía sumergida. En resumen, un caldo de cultivo perfecto para la llegada masiva de empresas, negocios y buscadores de fortuna. Y esta economía nuestra aparentemente tan próspera y de crecimiento descontrolado ha demandado gente para trabajar en muchos sectores que el Archipiélago no ha podido ofrecer por sí mismo, con un crecimiento vegetativo negativo y las condiciones propias del mercado laboral canario. En este punto hemos de rechazar de plano ese axioma del capitalismo que dice que el mercado es sabio y se regula solo. En Canarias al menos el mercado no es sabio, es avaricioso, injusto y muy tramposo. Así, la mayoría de las empresas del sector turístico son de capital extranjero o peninsular y traen a Canarias su propio personal de fuera por generarles más confianza en puestos de cualificación media-alta, cuando no demandan un dominio de los idiomas para el sector servicios que los canarios no acostumbramos a presentar tan a menudo –convendría revisar el modelo de formación educativa-. A esto hay que sumar el descontrol total sobre la economía sumergida y el trabajo precario. Como aquí todos quieren aumentar indefinidamente los beneficios hay que recortar en gastos laborales, motivo por el cual no han dejado de llegar extranjeros extracomunitarios de Sudamérica especialmente, también de África y Asia, para ocupar los puestos más mal pagados de la hostelería, la agricultura y el ámbito de los cuidados, muchas veces de forma irregular, desplazando también aquí a la población canaria en una competencia sin fin por ver quién trabaja más horas por menos dinero. Al margen del sector turístico y otros ámbitos del mercado laboral también es notable e histórica la llegada a Canarias de peninsulares para ocupar puestos de funcionariado en oposiciones abiertas y otros puestos de cualificación media-alta, desplazando una vez más a la población residente.
Con lo que llevo escrito hasta aquí creo que se entiende meridianamente por qué la población canaria no ha dejado de crecer en las últimas décadas a costa de la llegada masiva de peninsulares, europeos y extracomunitarios. ¡Que sí!, ¡ya sé que somos territorio Schengen y estas son las leyes que hay! Yo solo estoy mostrando una realidad palpable que se traduce en no pocos daños e inconvenientes, que enumero a continuación.
1.- Un paro estructural muy grande en la población canaria (superior al 30%), que seguirá estable y aumentando si no se establecen medidas correctoras.
2.- Un paro juvenil por encima del 60 % que nos condena a perder en la pobreza, en la depresión, en las drogas o en la emigración a buena parte de nuestros jóvenes.
3.- Un encarecimiento constante del precio de la vivienda empujado por la demanda constante provocada por la continúa llegada de gente de fuera necesitada de casa.
4.- Colapso o pérdida de calidad de servicios básicos como la sanidad o la educación, por la imposibilidad de atender cómo es debido a tanta población.
5.- Destrucción progresiva de nuestro medio ambiente, contaminación, desertización, consumo excesivo de recursos naturales hasta su agotamiento (la huella ecológica de Canarias supone una presión ambiental casi 4 veces superior a la Tierra, presentando un déficit ecológico en el que se necesitarían 3,84 planetas para soportar la intensidad del consumo en Canarias), por la demanda continua de suelo, la superpoblación y la apuesta decidida por el turismo de masas.
6.- A falta de recursos propios dependencia casi total de lo que viene de fuera, un auténtico suicidio como sociedad en ámbitos como el alimentario, donde Canarias no llega a producir más allá del 9% de lo que se consume, con el subsiguiente encarecimiento de la mayoría de productos, muchos de ellos de primera necesidad.
7.- Pérdida de identidad como pueblo, difuminada ante el aumento constante de población extranjera o peninsular que no acostumbra a asumir la cultura canaria como propia, más bien al contrario
8.- Y dado que en Canarias nacen muy pocos niños pero no para de llegar gente ya adulta, en pocas décadas tendremos una población notablemente envejecida para la que no habrá recursos ni cuidados suficientes.
Y hasta aquí el artículo de hoy, dejando para futuras entregas las propuestas de solución. Ahora pueden llamarme lo que les apetezca, acostumbrado estoy, pero lo cierto es que yo solo expongo los hechos y lo que nos está por llegar, a razón de lo que apuntan los estudios, los datos, las proyecciones y la propia realidad. Algo habrá que hacer para revertir lo que nos viene eso está claro, y de momento no estaría mal empezar por hablar del tema, sin prejuicios, fanatismos, radicalismos y otros tipos de violencia, pensando solo en lo mejor para esta hermosa tierra y su sufrido pueblo canario.
Eloy Cuadra, escritor y activista social